16 marzo 2006
"Con todo, me es imposible resistir la tentación de algunos recuerdos.
Caminar sin tener a donde ir es una experiencia que flota en la alucinación.
Avanzas por un mundo que se va abriendo a tu paso y que no se cierra ante
tus espaldas. En el espacio, para ti, no tienes límites, y cualquiera
de las direcciones que elijas, siempre al azar, es el fragmento de una misma
línea que corre hacia el infinito.
Cuando la fatiga te vence, descubres que una pausa en tu marcha
te promete nuevos cansancios. Y sin embargo seguirás caminando
con la esperanza de que, de golpe, encuentres una puerta que se abre,
oigas una voz que te llama, y sientas una mano que toma la tuya.
Lo cierto es que un día te das cuenta de que lo malo no
son los problemas, sino el hecho de que necesitas darles
una respuesta, y entonces, sin saber de que forma ha ocurrido,
te encuentras en alguna parte mirando la oscuridad, las calles
encendidas, y las casas apagadas, imaginando un montón de gente
que piensan los unos en los otros, tienden puentes a lo largo
de toda la ciudad, de una habitación a otra, de un corazón a otro.
Y entonces sabes que estas completamente solo cuando te quedas
parado de este lado de la cosas, sin ningún puente que cruzar."
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